En las cercanías del puente de la avenida uno en Coatzacoalcos, más de cien centroamericanos se encuentran esperando el tren que los llevará hacia el norte, en busca del sueño americano. Sin embargo, algunos han decidido regresar a sus países de origen debido a las dificultades y arbitrariedades enfrentadas durante su travesía por México, tanto por parte de las autoridades como de las corporaciones policiales.
David Caboverde Luengo, un cubano de 21 años, tiene como único deseo regresar a Ciego de Ávila, Cuba, donde lo espera su hijo recién nacido. A pesar de haber intentado llegar a Estados Unidos desde Cancún y haber sido detenido en Nuevo Laredo, su sueño de encontrar a su hijo se ha visto obstaculizado por problemas con la documentación y las dificultades para establecerse en México.
Por otro lado, Julio Baamonde, venezolano de 33 años, recién llegado a Coatzacoalcos, está determinado a continuar su viaje hacia Estados Unidos junto con un grupo de venezolanos y hondureños. Después de caminar largos kilómetros por la selva y la maleza, y abordar diferentes medios de transporte, Julio espera llegar primero a Ciudad de México para trabajar y reunir recursos antes de seguir hacia el norte.
Ambos relatos reflejan las diversas realidades y motivaciones que impulsan a los migrantes en su búsqueda de una vida mejor. Mientras algunos enfrentan obstáculos insuperables y deciden retornar, otros persisten en su objetivo de alcanzar el sueño americano, enfrentando condiciones adversas y sacrificios personales en el camino.