Por Emilio Vallejo Rangel-Larios – Ciencias Políticas y Administración Pública
El Ingeniero Genaro García Luna fue objeto de una conspiración binacional concertada entre los Gobiernos de Donald Trump y Andrés López Obrador.
López Obrador pactó con Trump que William Barr -su fiscal carnal-, y la DEA fabricaran un caso a García Luna, a efecto de que el Ex-Secretario de Seguridad incriminara a sus históricos adversarios políticos, al principal periodista incómodo y a prominentes figuras del poder económico a los que siempre ha odiado y que resultan un obstáculo para la instauración de su dictadura, emprendiendo una feroz persecución política para eliminarlos a todos. Los principales objetivos eran -por supuesto-, Felipe Calderon, Carlos Salinas de Gortari, Carlos Slim, Ricardo Salinas Pliego, Emilio Azcárraga Jean y Carlos Loret, y connotadas figuras del PRI y del PAN.
De haberlo logrado, AMLO no solamente hubiese erradicado a prácticamente a cualquier oposición. Además, usando la extinción de dominio, se hubiese apoderado de los activos económicos de dichos empresarios enriqueciéndose a niveles inimaginables. Se hubiese convertido en un Vladímir Putin mexicano.
Donald Trump también resultaba beneficiado. López pactó doblegar la soberanía mexicana en función de la racista política migratoria del autócrata neoyorquino, aceptando que México sirviera como tercer país seguro y desplegar a miles de elementos de la Guardia Nacional mexicana para detener las oleadas de migrantes con destino a la Unión Americana. Oro puro para la narrativa de Trump frente a sus votantes: Nada mejor que presumir doblar al Presidente de México, obligándolo a que el vecino del sur se convirtiera en el muro fáctico. Por si fuera poco, también le serviría para atacar al Partido Demócrata, dado que el Gobierno de Obama, en el que participaron Joe Biden y Hillary Clinton, colaboraron estrechamente con Genaro García Luna.
Por otro lado, la DEA, a la que nunca le ha gustado la intromisión del Departamento de Defensa en el combate al narcotráfico, vio la oportunidad de eliminar a García Luna, uno de los principales activos del Pentágono en México.
Cuando se dio cuenta que el uso de García Luna como arma política no prosperaría, AMLO trato de aplicar la misma estrategia solicitando a Trump detener al General Salvador Cienfuegos. No obstante, López no tuvo en cuenta en sus cálculos que ello enfurecería a dos poderosos grupos fácticos con los que no quiere tener problemas: El Ejército Mexicano y el Grupo Atlacomulco, motivo por el que el tiro le salió por la culata viéndose obligado a salvarlo, dejando en ridículo tanto al aparato de justicia mexicano y estadounidense y evidenciando que -así como la DEA fabricó un ridículo caso contra el General-, fabricaron un absurdo caso contra García Luna a punta de testimonios emitidos por delincuentes que él mismo capturó y extraditó.